El inútil orgullo LGBT

Por Juan Carlos Rincón Escalante
Hay gente inteligente que se pregunta, con genuino enfado, por qué carajos debe hacerse una marcha del orgullo LGBT. Dicen que es un poco arrogante celebrar una identidad y que la discriminación no sólo la sufren estas personas.
Yo sólo pienso en una frase de Proust: “los homosexuales son una raza maldita, perseguida como Israel. Y finalmente, como Israel, bajo el oprobio de un odio inmerecido por parte de las masas, adquirieron características de masa, la fisonomía de una nación (…) son en cada país una colonia extranjera”.
Cuando la agenda en tu contra es la exterminación, cuando lo que los otros han buscado a lo largo de la historia es volverte invisible y negar tu propia existencia, salir a las calles y decir «me enorgullece ser» no sólo es un acto necesario de rebeldía, es la reivindicación del ideal más puro de justicia.
La marcha no es un capricho, es el corazón de una lucha que no termina. Si usted no ve la necesidad de ella, estoy seguro que lo que sucede es que no está mirando bien el problema.
Acérquese y verá que el prejuicio sigue vivo y matando. Ante eso, la única respuesta es el orgullo.
Que bonito escrito.
lamentablemente no todos los homosexuales piensan igual, algunos utilizan la marcha como una oportunidad de exhibicionismo vulgar, alcoholismo, drogas e inseguridad. soy madre lesbiana y me da vergüenza ir a la marcha del «orgullo» con mi hija o algún familiar, por que para mi lo que se ve en esa marcha no me identifica, como gay, madre, hija, hermana, sobrina, amiga y profesional.
Hombre mi punto de vista está acá
http://ladridosdeungato.blogspot.com/2008/08/el-orgullo-gay.html
Creo que la población LGTB ha sido perseguida y estigmatizada y, por lo tanto, tienen todo el deber a pronunciarse y defender sus derechos. En especial en Colombia, un país muy pobre en cultural y de ideas muy conservadoras; donde, por tal motivo, son más perseguidos y sufren mayor estigma y exclusión que en otras naciones como Argentina y Brasil. Baste el ejemplo de la Procuraduría General de la Nación, donde en vez de ser defendidos sus derechos, por ser la función de dicho órgano del estado, como minoría, son perseguidos e ignorados, debido a la homofobia del procurador Órdoñez.
Le queda un largo camino por recorrer a la comunidad LGTB en Colombia. Un país estéril en aceptar la diferencia y reconocer los derechos de las minorías. La nefasta influencia de la religión, desde los albores de la república, seguirá siendo culpable del atraso social y desconocimiento de los derechos de los más vulnerables y de las minorías.