Reseña de The Wolf Among Us

Por Juan Carlos Rincón Escalante

(Esta reseña fue publicada originalmente en el impreso de Vice Colombia)

Creador: Telltale Games

Plataforma: Android, PlayStation 4, PlayStation Vita, PlayStation 3, iOS, Xbox One, Xbox 360, OS X, Microsoft Windows. Básicamente todas menos Nintendo

Alguien está degollando princesas de cuentos, pero eso no es lo peor que está pasando en Fabletown, un barrio ficticio de Nueva York donde se refugian los personajes de cuentos clásicos que, por algún motivo perverso, tuvieron que huir de sus tierras mágicas y refugiarse disfrazados de humanos. En ese universo lleno de drogas, tráfico de mujeres, mafiosos y corruptos, el único que puede hacer algo para «salvar» (si es que tal cosa es posible) a las futuras víctimas es un villano con ganas de olvidar su pasado: el gran lobo malvado, Bigby Wolf.

The Wolf Among Us es la evolución de los juegos de apuntar y hacer clic: una especie de serie interactiva que se centra en contar una historia que el jugador puede, hasta cierto punto, moldear. Y qué historia. Todo empieza con una pregunta: ¿quién le teme al gran lobo malvado? Nosotros somos Bigby, el sheriff de Fabletown, el lobo malvado de cuentos clásicos como Caperucita Roja, que en este nuevo mundo tiene la tarea de proteger y servir a quienes antes eran sus presas. Nadie confía en él, pero cuando aparece un asesino en serie, Blancanieves y el lobo son los únicos capaces de trasegar con éxito por el mundo de basura y perversión del juego.

En su aspecto más básico, Wolf es un misterio criminal de los buenos. Telltale Games construye a fuego lento una historia tensionante y viva que lleva al jugador a seguir un camino de migajas de pan que conduce a una conclusión intensa y moralmente ambigua. Ese es el principal triunfo del juego: que el camino es estricto, pero cada jugador puede llegar allí como lo desee, haciendo de su lobo un diplomático conciliador, un monstruo que se aprovecha del miedo que infunde o una mezcla de los dos. Todo el tiempo hay decisiones difíciles, y la desazón de no saber si se hizo lo correcto, o si incluso existe «lo correcto», perdura hasta los créditos .

Wolf es, también, la maduración de los videojuegos como forma de arte, una historia llena de personajes difíciles, ambiguos, quebrados y hechizantes. Pese a unas fallas técnicas en las escenas de acción, la experiencia no pierde su efecto y su fuerza. Convertirse en Bigby Wolf, sufrir con él, cuestionar cada paso, cada rostro y cada acción es lo más entretenido que he hecho desde que devoré Breaking Bad.

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