¿Qué le debemos a los narcos?

Por Juan Carlos Rincón Escalante

Si Millonarios hubiese devuelto las dos estrellas que propuso entregar, hubiese sido un acto simbólico loable en un país acostumbrado a no mirar hacia atrás. La iniciativa murió porque las críticas llovieron en una hipocresía que se resume con una frase: si vamos a devolver lo que nos ha dado el narcotráfico, nos tocaría devolver a Colombia. ¿Qué tan cierto es eso?

El surgimiento del narcotráfico, contaba  el historiador Jorge Orlando Melo en 1995, coincidió con una rápida evolución de nuestro país. Las urbes se llenaron, el enfoque económico cambió, y culturalmente se sacudieron instituciones que ostentaban el poder (como la iglesia). En los años sesenta, los cultivos de marihuana por emprendedores colombianos se iniciaron sin mayor censura social: estas personas eran bien vistas y su negocio era muy rentable. Después llegaron organizaciones (aún no carteles) que, importando de suramérica la materia prima y de Europa los químicos, empezaron a procesar coca en nuestro territorio. El control de las rutas de exportación llevó a estas personas a estructurarse y a ocupar espacios de Colombia que no parecían interesarle a nuestro paupérrimo Estado. De allí nacieron los apellidos Escobar, Rodríguez Orejuela, Gacha, Ledher, entre otros.

Al principio, y durante mucho tiempo, el Gobierno no parecía tener interés en combatir este poderoso negocio. López Michelsen y Turbay Ayala permitieron que cualquier persona, sin muchas preguntas, cambiase dólares a pesos en los bancos, lo que le dio vía libre a los narcos para lavar dinero a su antojo. Después, por supuesto, se declararía la guerra contra el narcotráfico y empezaríamos una de las épocas más sangrientas de nuestra historia.

En términos concretos, entre el 10 y 25% de las exportaciones de nuestro país de 1982 provenían del narcotráfico. Hasta 1995, los narcos movían anualmente entre 800 y 2500 millones de dólares (entre 2 y 6 puntos del PIB). Esta plata sirvió para promover lujosas construcciones, la venta de finca raíz y de carros, y el mejoramiento de equipos de fútbol. Influyó en el crecimiento de la nación, pero, dice Melo, no fue tan decisivo como uno piensa.

Entonces, sí, Colombia ha crecido gracias al narcotráfico y a los dineros oscuros. Saber con exactitud qué tanto, es imposible. El 3% de nuestro PIB actual proviene del lavado de activos. Lo mismo pasa en el mundo: el lavado de activos suraméricano representa el 5% del PIB mundial, y ni hablemos de la importancia que tienen en Estados Unidos estos dineros oscuros.

Pero también hay un efecto positivo del narcotráfico y la violencia en general: sirvió de excusa para construirnos. Colombia se re-estructuró institucionalmente para responder a las fuerzas oscuras, creció el poder del Estado y también la unión de los ciudadanos. La Constitución del 91, un resultado directo de toda la sangre derramada, reconoció nuestra diversidad étnica, instituyó la tutela como medio de empoderamiento de los individuos y plasmó la importancia de nuestros derechos fundamentales. El narcotráfico contaminó nuestro país con su plata, pero motivó movimientos más puros y fundamentales. Pedir perdón por lo que se afectó indebidamente no implica renunciar ni desconocer los esfuerzos legítimos de construirnos. Por eso lo de Millonarios es importante. Dos estrellas están sucias, pero quedan otras que son dignas de exhibir.

Somos el país que sobrevive; que se reinventa en reacción a la maldad. En palabras de Jorge Orlando Melo: “para los Colombianos, nada es más familiar que la sensación de que el país se encuentra siempre en crisis, al borde del colapso”. Pero ahí seguimos. Y seguiremos.

1 Comments on “¿Qué le debemos a los narcos?”

  1. Bastante tibia su opinión. Quienes sobrevivimos aquellas épocas, aun recordamos con nostalgia el país anterior a dicho fenómeno. Para no aburrirlo, le resumo así; El narco trafico nos dejo una moral según la cual, elegir y reelegir un hampón para la mas alta dignidad publica de la patria, no es en absoluto motivo de vergüenza.
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