Un Mundo Azul
Mi más reciente historia. Llevaba muchisimo tiempo sin escribir historias, así que estoy un poco oxidado.
Nadie lo entendería, por supuesto. Era díficil imaginar como alguien, en la era de la tecnología, de Facebook y toda esa basura, siguiera escribiendo en una vieja máquina de escribir.
-Chatarra- es como la describe todo quien la ve.
-Me explicas…-alguna vez le pregunté-¿por qué aun usas una vieja máquina de escribir?-
Esos días había estado dedicado a escribir una novela. Su concentración era infalible, cuando escribía no existía nada más que su máquina y montañas de papeles en blanco esperando recibir poesías, melodías, tragedias o chistes llenos de humor negro.
«…por eso, no era su mirada, ni su cuerpo, ni su forma de caminar, lo que más lo enamoraba…» decía en el papel que estaba escribiendo. Se detuvo por un momento y me miró. Tenía ojos de color café, profundos y cansados. La pesadumbre y los sentimientos del escritor se transmitían a quien fuera lo suficientemente valiente para mirarlo a los ojos por un tiempo prolongado.
-No lo entenderías…-
-Puedo intentarlo- le respondí sonriendo.
-Es…un sentimiento inexplicable. Mi vida, mi obra, mis palabras estan ligadas a esta máquina de escribir como mi existencia depende el corazón que late en mi pecho…-divagó por un minuto mientras caminaba incansablemente a través del cuarto -escribir es mi forma de respirar, y cada palabra es un pequeño suspiro. Mi máquina es mi boca, es lo que me mantiene pensante…es mi enlace al mundo que yo puedo crear. Cuando me siento frente a ella no veo una página en blanco, veo a mis doncellas, siento sus lagrimas, me asusto con el caer de la noche y me pierdo en los laberintos de pensamientos escritos en monologos…-
Siguió escribiendo mientras yo lo observaba curioso. Después de un tiempo en el cual me perdí entre tantos pensamientos, el escritor murmuró algo sin levantar su mirada.
-La máquina de escribir es mi única forma de vivir-
Me incliné sobre su espalda para vislumbrar lo que escribía, ya había terminado el párrafo.
«…por eso, no era su mirada, ni su cuerpo, ni su forma de caminar, lo que más lo enamoraba…era la extraña sensación de ver al viento acariciar su piel. Cuando la observaba, la naturaleza cambiaba de colores, los rayos del sol se hacían evidentes e incluso el viento mostraba su verdadero rostro. Por un instante, mientras la miraba, se sentía en su propio cuento de hadas. No era una mujer lo que lo enamoraba, sino lo que su mirada causaba en él…»
Muchos años después, mientras leía su libro más reciente, llegó a mis manos una noticia que no desaba recibir: El escritor había fallecido.
Al parecer, en su testamento, me había dejado su vieja máquina de escribir, y debía ir a recogerla en su vieja cabaña.
Cuando llegué, me percaté que la máquina ya no escribía, había dejado de funcionar. Me acordé de sus palabras, y comprendí por fin lo que me había dicho. Su corazón era esa máquina, su vida eran los mundos que imaginaba, que plasmaba en palabras prodigiosas, en textos inspiradores.
Al final, todo era como él mismo lo había escrito. No era la máquina lo que lo enamoraba, sino lo que sentía y podía crear al escribir en ella. Solo así se sentía en su propio cuento de hadas.
[Jkrincon Out]