Por la rendija
Cuando tomo una ducha por las noches, me gusta cerrar la puerta del baño y apagar la luz. De esta forma, la única iluminación visible es una tenúe luz que se filtra por la rendija de la puerta, nada significativo.
La oscuridad es total. Estoy, literalmente, ciego ante un mundo de agua cayendo y música lejana. Todos los sentidos se agudizan mientras hago el ejercicio de identificar los componentes de mi alrededor.
Sin embargo, la sensación de curiosidad se esfuma cuando mis ojos comprenden que están completamente abiertos y lo unico que ven es una oscuridad total. Todo es negro, un mundo sin colores, un mundo sin vida, un mundo lleno de miedo.
Cuando eso sucede, busco angustiosamente la tenúe luz que se filtra por la rendija. Un pequeño brillo que me recuerda que hay color en el mundo, que hay vida, que no todo es oscuridad, que hay forma de salir.
Entonces, es inevitable hacer la comparación de mi pequeño ejercicio con el diario vivir de los humanos.
¿Necesitamos, por lo menos, una tenúe luz que nos recuerde que hay color en nuestro futuro?
La tristeza y la vida misma son, en ocasiones, tan oscuras y cegadoras que es fácil olvidar aquello que nos hace felices.
Entonces, una palabra, un gesto, una sonrisa, un chiste, una conversación sin sentido o con mucho sentido, se convierten en luces tenúes que se filtran por la rendija de la puerta y nos recuerdan que no todo es oscuridad en este mundo.
¿Saben que es lo mejor? Todos y cada uno de nosotros somos esa pequeña luz en algún momento.
Así que, mi mensaje en esta fría noche capitalina es muy sencillo: conversen con alguien cercano o lejano, regalen un abrazo a quien crean conveniente, no duden en dar una sonrisa, en contar un chiste (así sea malo).
Hoy ustedes pueden ser esa pequeña luz, pero no saben cuando vayan tener que buscar angustiosamente esa pequeña luz que los oriente.
[Jkrincon Fuera]
Jkrincon 